Entonces se dió cuenta de lo que más odiaba en este mundo: dudar de ella misma,de su criterio, de su forma de ver las cosas. No saber cuando debía de hacer caso a los demás y cuando mantener su decisión, sus opiniones,creyéndolas ciertas,lógicas y acertadas desechando(no sin tenerlas en cuenta) las otras. Aunque esto muchas,muchísimas veces supusiera un gran esfuerzo y doliera.

Así se sube al tren cazando las lágrimas con la manga antes de que resbalen por la cara y con las gafas de sol puestas en este día tan gris. Callando todas las tormentas que le pueden salir por la boca, pero que destrozarían más las cosas.
Sin saber si sabe, si algo es cierto.
-¿Cómo voy a poder seguir asi?Sólo se pensar con mi mente y sentir con mi corazón. Y si no me puedo fiar de ellos ¿Qué me queda? No soy nada,no soy nadie.

Recapacita,muchos de los peores errores de este mundo han sido provocados por esta causa. Seguro que Hitler pensaba que estaba en lo cierto cuando mataba judíos, y aunque se lo dijeran mil veces no reconocería que estaba equivocado.
-¿Me pasará lo mismo a mí?

Llega el tren y él la está esperando en la estación.
-!Hola preciosa¡¿Cómo ha ido el viaje?¿Qué haces con gafas de sol?
-...¿Tú crees que no sé pensar?